martes, 22 de marzo de 2016

Velada

Dedicada a Chary, por llevar ya dos décadas dando por culo, por todas las veces que lee mis relatos, y tantas o más veces que me recuerda las faltas que cometo.

Heste relato esta rrepleto de eyas. De berdad.







Pequeños copos caen en esta tarde de marzo, y no puedo evitar pensar en ti. Diamantes blancos que me recuerdan a tu dulce pero frío tacto y a tu hermosa, aunque frágil figura.


Una tenue melodía se intuye en el ambiente, dulce y suave como tu armoniosa voz. ¿Te acuerdas de aquellas promesas que nos susurrábamos al oído mientras nos besábamos hasta el amanecer?


Juré hacerte eterna, que te llevaría al altar. Te traería las más bellas flores que jamás pudieras encontrar. Prometí, ante todos los astros, que nada podría separarnos, que morirías junto a mí, que te haría inmortal.


¡In crescendo! La melodía sube de tono como nuestras noches en la cama disfrutando de nuestra pasión. ”El amor es placentero”, me decías, pero también es fatal. Una daga clavada en el pecho que no te puedes quitar. Forcejeas con ella, pero a veces es mejor, pues sufrir es estar vivo, o al menos eso pienso yo.


¡Adagio, fortissimo, truenos sin cesar! De la nieve pasó a la tormenta sin que lo puedas remediar. ¿Dónde está la pasión que juramos conservar? ¿Qué fue de esa bella melodía que antes podía escuchar? ¿Quién demonios ha usurpado su lugar?


¡QUÉ ALGUIEN APAGUE ESA PUTA MÚSICA O LA ACABARÉ APAGANDO YO!




Ah, ah, ah, ah, ah. Se hizo el silencio. Estoy exhausto, cansado de tan insufrible pesar. No pensaba que todo fuese a ser tan literal. Y es que, aun así, fui fiel a mi promesa y en ningún momento te mentí.







Un grupo de agentes de policía armados entraron en un pequeño apartamento a las afueras de la ciudad, habiendo sido alertados por las llamadas de los vecinos. Al llegar al lugar de los hechos localizan el cuerpo sin vida de una joven, de 23 años, tirada en la alfombra, al lado de un gramófono.


Junto a ella yacía débil, pero con vida, un joven de 24 años, que se desangraba por los múltiples cortes que se había practicado.


La autopsia reveló que la joven murió de una puñalada al pecho, en torno a las tres y media de la tarde de hoy. Todos los indicios parecían indicar que fue asesinada con el mismo cuchillo con el que se había herido el joven.


Según la información que nos proporcionaron los testigos, ambos eran en la actualidad pareja, y la policía considera el incidente como un caso más de violencia de género. Los vecinos no son capaces de explicar cómo pudo suceder todo esto “Eran una pareja feliz, que se querían mucho. Jamás hubiésemos podido imaginar que esto sucedería.”



Ni ella tampoco. ¿O quizás sí?

sábado, 19 de marzo de 2016

Perseverancia

¿Alguna vez os habéis preguntado si sois vosotros los que tejéis la historia de vuestra vida, o hay algo o alguien superior a vosotros que se encarga de urdirla, de manejaros como una marioneta?


Yo no sé cuál de las dos es cierta, pero si es la segunda, mi guionista debe tener un pésimo sentido del humor.

Pero pésimo, pésimo.



Ayer, víspera del día del padre, fui a Granada a comprar el regalo al mío. Puesto que quería ir con calma, salí de mi casa para coger el autobús de las 16:40 para después volver en el de las 19:00. Sí. Un lapso de dos horas. Dos.


Cuando quedaban 40 minutos para las siete, decidí pasarme por mi librería favorita para comprar las novedades que me interesaban y, tal y como decía su dueño “Perdonad las molestias, ojalá todos los días fuesen así e iba a ir a trabajar el tato, pero esto es una eventualidad.”


Lenguaje de plata, he visto metros cuadrados en China con más espacio que la librería ayer.


Salí despedido cuando apenas restaban 12 minutos y, previendo mis limitaciones para recorrerme media Granada corriendo, consideré necesario aproximarme a la parada del LAC más cercana, con tal mala suerte que el semáforo estaba en rojo y media Granada tuvo a bien circular por esa parte de la carretera.


Incluido el autobús LAC que tenía pensado coger.



Lo perdí, pero siendo consciente de que pasan cada pocos minutos, me senté a esperar. Miré la pantalla que indica el tiempo que falta para el siguiente. 9 minutos, justo lo que me quedaba para coger el que me llevaría a casa.

Mierda.



Salí corriendo Reyes Católicos arriba como si no hubiera un mañana, intentado pasar por los laberintos que formaban los viandantes al disponerse por la acera, y finalmente llegué al principio de Gran Vía, aprovechando el semáforo en rojo para descansar. Pero no soy el único que también llegó.



Sí. ¡VIVA LA ROBER Y SU SISTEMA INFORMÁTICO!



Afortunadamente (o eso creía yo), se puso en verde y pude llegar a tiempo para alcanzar la parada y poder cogerlo… o lo hubiese cogido, de no haber salido de la nada dos granadinos de una heladería cercana que, al ponerse a cancelar su tarjeta, los muy campeones no tenían ni puñetera idea de cómo hacerlo.


Sí, señores. Vi con impotencia cómo el autobús se marchaba sin poder hacer yo nada. Qué risa, María Luisa.


Emprendí con apenas 4 minutos restantes una carrera que yo sabía perdida por Gran Vía con la esperanza de poder llegar a mi destino a tiempo, pero durante todo el trayecto tuve la sensación de que el destino, si es que existe, no quería que llegase puntual a mi cita.


Pillaba todos los semáforos en rojo, con una ingente cantidad de coches que salían de calles que nunca eran transitadas, en las bocacalles que no había semáforos se entrecruzaban entre sí los vehículos, se quedaban mal aparcados, en fin, ¿qué os voy a contar?



Llegué al final de la calle exhausto, y tarde. Técnicamente debería haber perdido el autobús, pero milagrosamente, aun habiendo llegado a las 19:03, aquel vehículo todavía no había hecho acto de aparición.


Pude llegar a casa en el autobús de las siete, y todavía sigo explicándome por qué. ¿Qué sentido tiene que me putearan de esa forma si al final iba a lograr mi objetivo?







En el viaje de vuelta pensé en ello. Pensé en cómo cuando quieres lograr un objetivo, a veces la vida te pone trabas, impedimentos que hacen de tu camino más difícil.


A veces, es posible que quieras tomar atajos o pedir ayuda, pero no es tan fácil conseguirla, y a veces, si no insistes lo suficiente puedes que pierdas algo que ya tenías en bandeja.

Finalmente, la perseverancia y la constancia hacen que logres incluso lo que ya dabas por perdido.


Aunque sea gracias a la incompetencia de los horarios de autobuses, algo de lo que nunca me quejaré… menos cuando llegue pronto.



No sé si existe un guionista, o somos los dueños de nuestras acciones. Habrá quien opine que todo fue un cúmulo de casualidades que se tornaron en tal divertida (de puertas a fuera) experiencia, o si había alguien que escribió esto para mí.

¿Honestamente?


Pienso cogerle el manuscrito, plegarlo, y cuando tenga forma de cilindro, introducírselo por el



Cuando la vida te da limones, dicen que hagas limonada. Yo prefiero hacer relatos.

sábado, 5 de marzo de 2016

Familia Feliz

Me hallo absorto mirando una puerta abierta, contemplando su interior, un interior hasta ahora para mi desconocido. Mis ojos de niño no pueden evitar curiosear, aunque sea solo con la mirada.


- ¡Pasa, pasa! – me dice su propietaria, una mujer que conozco de haberla visto varias veces. Mi vecina, la del piso de abajo.


En principio no tenía intención de entrar, simplemente había ido en busca de un amigo que no estaba, y al emprender mi regreso a casa descubrí que la puerta estaba abierta. Y entré, claro que entré.




Era la primera vez que accedía a su domicilio, y aunque me dominaba una sensación de incomodidad ante lo desconocido y, por qué no, ante los muchos animales que poblaban la casa, acercarme a jugar con una de las hijas de los vecinos me ayudó bastante a calmarme.


Eran dos hermanas, una de mi edad y otra un poco menor. Cuando entré a su habitación, había un gran cartel de luces de neón que ponía “HABITACIÓN DE CHICAS”, metafóricamente hablando. Muñecas, rosa, vestidos… Hasta estaba viendo en la tele una película de Barbie (las cuales he visto hasta la saciedad gracias a mi hermana).


Estuvimos hablando del cole, hicimos dibujos, esas cosas que hacía con mi amigo del piso de arriba, pero abajo. Cuando volvió la madre, me comentó que les había dicho a mis padres que me encontraba aquí (recordad que en un principio iba a casa de un amigo), y que no tenía que preocuparme de nada. Finalmente, nos dio un huevo Kinder a cada uno y disfrutamos un poco más, hasta que subí arriba (con su correspondiente regañina).


Solo los conocía de haberlos visto por los pasillos de mi bloque, pero por la impresión que me llevé aquel día (que, curiosamente, fue el único en el que entré en su piso) pensé para mis adentros que aquella era, sin duda alguna, una familia feliz.








Tabaco, alcohol, drogas, borrachos, peleas, gritos, palizas, amenazas, policía, crimen, arresto, fallecimiento, huérfanas, sustitución, repetición, locura, protectora de animales, protectora de niños….




-Gerardo, ¿se puede saber qué puñetas haces mirando al vacío?
-Eh, ¿qué? Ah. ¡Oh! Estaba… pensando en mis cosas.


Miro a mi alrededor. Estoy en un restaurante chino, con mi familia, a la que, con sus más y sus menos, tanto aprecio. Me llevo bien con mi familia, sí. Pero sé que hay gente que no la soporta, que no es capaz de convivir con la suya.


Una familia es algo que se te da de nacimiento, no puedes elegirlo. Y a veces, las opiniones de sus integrantes chocan entre sí haciendo la convivencia imposible. Rechazo de la ideología política, social, religiosa, sexual o de género. ¿Cuántas personas conozco cuyos padres no aceptan lo que sus hijos quieren, con la excusa de…



-Entonces, ¿qué? ¿Lo pedimos o no?
-Eh, ¿Cómo? ¿Lo qué? – pregunto.


En mi mano izquierda sostengo el menú del restaurante, y con la derecha mi dedo índice apunta a un plato concreto de la carta. “Familia Feliz





No lo pidáis, está asqueroso.