domingo, 25 de diciembre de 2016

Filósofas

Dos señoras, intervalo desconocido de edad, recogidas por la definición de marujas que todo el mundo conoce y acepta en detrimento de lo recogido por la RAE. Conversando, durante un trayecto de autobús, sobre temas éticos y morales, en unos estándares altos con gran vocabulario y excelsos dimes y diretes con los que sazonar una exquisita argumentación sobre la vida misma. Pero no permitáis que mi prosa os confunda con su arcaica voz, dejadme que os las transcriba. Durante la narración de la misma, agregar a gusto del consumidor gestos y poses tradicionales de esta sección de las tribus humanas:


-Ya no hay mozos como los de antes.
-No lo sabes tú bien.
-Antes los mozos salían sanos, fuertotes... Unos machotes eran lo que eran. Y ahora... Bah, nada más que debiluchos.
-Ya ves. Mi padre, que en paz descanse, conquistó a mi madre con una competición de lucha entre varios pretendientes.
-Aquellos eran buenos tiempos... De verdad, ya no hay nada que merezca la pena.
-Qué va, qué va... De vez en cuando alguno. Antes los había a patadas... Ahora...
-Con lo romántico que era saber que tenías a un buen maromo a tu lado, que te protegiera...



En ese momento, un niño que está sentado en la misma fila pero en la columna de la derecha comienza a hablar con su madre, captando la atención de las encantadoras señoras.



-Mira a ese mozuelo, qué mono... Debe tener la edad de mi Diego, hijo de mi Paco.
-Parece todo un hombretón. Y mira, mira. Tiene cromos ahí dentro, de los de fútbol. ¿Te acuerdas de ellos?
-Cómo no me voy a acordar. Mi Paco de pequeño mataba por completar la colección. Qué recuerdos me trae... Menos mal que todavía quedan hombres decentes...



El niño prosigue, haciendo caso omiso a la conversación de al lado:


-Mama, ¿quieres que te diga lo que tengo en la colección?
-Claro, hijo. Toma, ábrelo.
-Esta es Ghoulia, esta es Frankie Stein, este es Deuce, esta es Draculaura, esta es...



Sobres de Monster High. La cara de estupefación de las señoras se ve interrumpida por mi sonora carcajada.