viernes, 17 de julio de 2015

Ventanas

Siempre suelo quedarme absorto con las ventanas. Puedo pasar horas y horas mirando cómo transcurren los minutos y los árboles por aquellos polígonos de cristal. Y más aún cuando ya conozco el trayecto, e intento comparar las diferencias con la última vez que pasé por allí, incluso si fue ese mismo día.

Sin embargo, aquella vez no tenía ganas de mirar el paisaje, principalmente porque era de madrugada y no se veía nada, y porque sencillamente no estaba de humor.

-¿Qué te ha parecido?

Alguien me hablaba. La copiloto del coche en el que me encontraba. Una señora joven que pese a todo, ya tenía un hijo de casi mi edad.

-Bien, ha estado bien. La comida estaba bastante buena.

-¿Y qué tal la chica, eh? ¿La viste?

Esta vez hablaba el conductor, un hombre de cierta edad que, al parecer, era el actual amante de la señora. Un romántico de manual. De todas formas, no soy quién para meterme con él, puesto que había tenido la decencia de despertarse bien temprano para llevarme a la estación.

-Sí.

No suelo ser monosílabo. Los que me conocen saben que, si la ocasión lo requiere, pueden estar oyéndome hablar hasta que les canso. Afortunadamente, nunca les he hartado. Al menos, no por hablar.

-¿Y qué? ¿Ha merecido la pena venir?

De nuevo el señor.

-Sí. Desde luego, ha sido todo un placer haber conocido a mi amigo.

-¿Volverás en algún momento?

Me pregunta la señora.

-No lo sé. Ya lo veremos.


Tres días atrás me habían producido sonrojarme por una pregunta sincera pero directa que se formuló cuando el receptor (yo) no estaba preparado. Aquel día no estaba por la labor de que volviera a pasar.



Me quedé mirando la ventana. Hablaron entre ellos, aunque no les presté atención. Me consta que no se dieron cuenta de nada, como nadie lo hizo días después.


Hoy me he quedado mirando la ventana mientras mis padres me llevaban a la sierra. He abierto la ventana y he dejado que el aire entre y me despeine (si es que en algún momento estuve peinado). Un soplo de aire fresco y renovador.

Como aquel anuncio de ambientadores...