Seguro que os lo he contado alguna vez, pero me encanta quedarme absorto mirando por la ventana, sin hacer absolutamente nada.
Nada de nada.
Simplemente mirando, viendo el mismo paisaje minuto tras minuto, hora tras hora, persona tras persona. Ya sea viajando, en clase, en casa, donde sea... Me encanta.
Y sí, soy consciente. Hacer esto no sirve de nada en absoluto. No tiene ningún propósito, ningún fin. No está diseñado con el objetivo de lograr algo, de alcanzar algo. Simplemente, disfrutar del paisaje.
No puedo evitar recrearme en mis pensamientos mientras observo ensimismado la ventana, cuestiones que cualquier humano habrá podido tener en algún momento de su vida. Reflexiono sobre el amor, los estudios, el trabajo, el dinero, la vida....
La vida....
La vida es lo que pasa mientras miro por la ventana, y contemplo y razono y pienso y disfruto, sin ningún objetivo, sin ninguna razón en particular. Supongo que contemplar la ventana es un fin en sí mismo.
Para mí, la vida es eso. Una ventana.
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